Que injusta es la vida que recorremos caminos con las rodillas sollejadas, siempre buscando a tientas el final, y el final es el vacío y la nada más absoluta.
El inerte caminar de sus mejillas al reír,
la sinfonía descompasada de sus pupilas y otras cuantas razones para echarle de menos. Eran tan frágil que se fue quedando atrás, el tiempo no espera a que nadie se recupere y así los otoños se le fueron enredando en sus inviernos y las sábanas dejaron de ser un refugio para convertirse en un pequeño infierno y nos repetía con la cara pálida y fría como hielo cada vez que intentábamos darle esperanza: "Vive en tus sueños y muere en mis realidades" y se me resquebrajaba el alma y me daba cuenta que eramos como un cristal, frágiles, tan frágiles que hasta un cristal podría rompernos. Cuando aún era pequeña y los adultos murmuraban sobre el rigor mortis preguntaba ingenua ¿Quién es ese tal Rigor Mortis? y todos se reían de mi reacción y a día de hoy que ya se lo que es y nunca he sabido porque se reían. PD: perdón por la entrada no esta muy bien, pero llevo días intentando escribir y esto es lo mejor que me ha salido, además estoy ahora pensando en el corto de Primavera y tampoco se me ocurre nada y estoy que me subo por las paredes.
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