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"Me asusta un poco sabe, sentirme sentimental" Benedetti |
Un día hubo un accidente fatal, según
cuentan ninguno salió ileso, pero os confieso que si, y que yo me
halle en el medio de aquel terrible siniestro, pero también os debo
decir que jamas volví a ser yo.
Todo empezó con un "perdona
tienes fuego" y eso que no fumo.
El con su sonrisa
perfectamente alineada y con sus enormes ojos castaños me tendió un
mechero, me giré y prendí un cigarro imaginario, de lo que no me di
cuenta en aquel momento, que prendiendo aquel cigarro inexistente en
realidad estaba prendiendo el comienzo de un doloroso final.
Pasaron
los días y yo dibujaba estrellas con sus hoyuelos y escribía sobre
aquel momento eterno.
Empecé a sentir mecanismo girando por todo
mi cuerpo, empecé a sentirme mal y no podía parar de pensar en todo
aquello.
-¿Que me ocurre doctor?
Dije
mientras me incorporaba de la camilla del hospital.
El médico se
rasco la cabeza y me contestó sin mirarme si quiera, aun dentro de
su asombro.
-No tengo ni la menor idea
En aquel momento su cara
se iluminó y murmuró algo que no llegue a entender, empezó a
buscar como loco por todos sus cajones.
-Sinestesia- gritó de
repente- Sufres sinestesia
Mi cabeza volvió años atrás a las
clases de literatura, y empecé a reír
-Imposible, ¿sabe usted
que eso es una figura estilística?
-Lo se bien, mejor que tu
créeme- dijo con desprecio- ¿es que no lo siente? ¿no se da
cuenta? Ahora mismo estas oliendo mi asombro, estas probando cada
palabra que digo, estas viendo mis sensaciones, estas escuchando los
silencios de mis pausas.
En aquel momento me di cuenta, tenía
razón, sentía todo diferente, podía ver, oler, probar, tocar, oír
lo que nadie podía ver, oler, probar, tocar u oír.
Me
asuste.
-Pero ¿como consigo la cura para esto? ¿como me ha
pasado?
-He encontrado muy pocos casos así, es un gen que
despierta ante los estímulos de otras persona con las mismas
características, lo tiene mucha gente pero la mayoría de personas
nacen, viven y mueren con el dormido. No se que ha pasado contigo...
En aquel momento volví a esa noche, a ese mechero, el había
sido el culpable, sonreí y el médico se dio cuenta instantáneamente
- Vaya parece que ya sabes quien ha despertado tu gen.
-
Gracias doctor
Me levante y salí corriendo tenía que encontrarlo
empecé por aquel bar y sus alrededores, me recorrí todo el centro,
busque en los pisos de amigos que teníamos en común, horas y horas
de búsqueda fallidas, no podía mas entre a un café y todo el mundo
me miraba veía una mezcla extraña de sentimientos.
Me senté y pedí un café, me sumergí
tanto en aquella taza que me olvide del mundo, entonces lo sentí,
extendi la mano y toque su mirada.
No recordaba aquella noche, pero
empezó a hablarme algo desesperado, me recordaba un poco a mi misma.
Empezó a hablar de aquella extraña enfermedad y empecé a hacerme
la tonta como si no supiera nada de aquello.
-¿Sinestesia? -
pregunté
El asentía todo el rato y supe que era el momento y
comencé a susurrar
- Lo cierto es que yo también tengo esa
"cualidad" desde niña, pero hasta ese dia que te ví no se
había despertado, y ahora escucho como tus miedos crecen y puedo ver
como tus sentimientos se paran.- En un susurro aun menor le confesé-
Tus ojos saben a miedos y huelen dudas infinitas.
- Lo tuyos
saben a seguridad y a canela- me dijo el antes de callarnos con un
beso.
Tuve sentimientos encontrados con aquel beso, no se si
lo odio o si le encanto, pero creo que ni el mismo lo
sabia.
Pasaron los días y cada dia le quería más, volví a
escribir sobre el, y no solo eso, aprendimos a contar cuentos chinos
para poder quedarnos un lunes en la cama en pijama. En cuanto
empezaba a escuchar sus intenciones de hacerme cosquillas empezábamos
a correr por el pasillo, no se como siempre terminábamos en el
suelo.
Pero poder ver las mentiras, sentir el malestar, probar los
desengaños, nunca llega a ningún sitio.
Discusiones a todas
horas, ver su rabia y probar sus lágrimas, me desmoralizaba cada
noche, no podía mas, cogí la maleta y ahí empezó a colapsarse
todo, hay comenzó de verdad nuestro accidente, lo comencé yo
saliendo por la puerta y tomando ese avión que el aseguraba que era
una forma de decirle hasta nunca.
Me subí a un avión que ni
sabia donde iba mientras escuchaba como se rompían nuestros sueños
e ilusiones.
A veces aun vuelvo a esa noche, el siempre decía que
la vida de los taciturnos se esconde en sus noches de insomnio y en
mi somniloquia nocturna (decía que hablaba hasta dormida).
No he
vuelto a pedir mecheros ajenos, lo prometo, siempre llevo el mio, y
eso que no fumo.